martes, 21 de octubre de 2008

Pasado remoto

Ayer te reconocí en mis sueños, por el tatuaje en la muñeca y la sonrisa, ya te dije una vez que nadie sonríe como tú.

Estabas sentada en el banco del parque, el que está al lado de la cabaña, y mirabas al horizonte fijamente, hasta que sentiste mi presencia y me miraste y sonreíste, y aunque era tu sonrisa tenía un deje amargo, pero era la tuya, y me senté a tu lado cuando me ofreciste asiento. Creo que tú también me reconociste, porque ahora, aunque seguías sentada mirando al horizonte, tu sonrisa seguía allí, cada vez más amplia, cada vez menos deformada. Y después yo también miraba al horizonte sonriendo, sabiendo que compartíamos la belleza de ese instante, que éramos tú y yo, allí sentadas, volviendo a encontrarnos, aceptando la existencia de la otra con la mayor naturalidad.

Cuando me desperté esta mañana le sensación era diferente a la de todas las mañanas, sabía que no vendrías, me dijiste adiós cuando te levantaste del banco y te fuiste caminando por el parque.

No hay comentarios: