sábado, 25 de octubre de 2008

Menú especial

El último pago había sido satisfecho. Ahora, en cualquier momento, podían matarle. Había decidido no querer enterarse, no estar preparado, aunque ya llevaba mucho tiempo pensando en ello y creía haberlo aceptado, pero ver las cifras impresas en esa hoja le revolvió las tripas y sintió miedo. No miedo a la muerte, sino al dolor. ¿Sentiría algo al morir? El acuerdo decía que no, que sería algo rápido e indoloro, pero siempre quedaba la duda. El acuerdo también decía que no debía sentir miedo, que la carne se contrae y después resulta fibrosa y dura.

viernes, 24 de octubre de 2008

Adherida a sus entrañas

Desde entonces no ha amado a nadie más. Unos dicen que se le agotó el amor de tanto usarlo, otros cuentan que ya se le olvidó cómo hacerlo, pero yo creo que su corazón está al completo, y que, cada noche, entre sollozos angustiosos, intenta arrancárselo para no sentir más, pero sus huellas quedaron tatuadas en su piel, y la llama que la mantiene viva está demasiado adentro.

jueves, 23 de octubre de 2008

Existen en los libros

Los cambios comenzaron cuando la conoció. No podía explicar muy bien en qué consistían, pero sabía que ya no era el mismo, no se sentía igual que antes, no pensaba igual, no disfrutaba igual, no veía igual… Era como si hubiesen puesto una media a su alrededor que no le dejaba ver con claridad lo que ocurría realmente, como estar en una burbuja translúcida.

Tampoco es que ella o el encuentro le hubiesen dado la vuelta a su vida, no hubiesen significado nada sin la relación espacio-temporal con aquello que le estaba sucediendo, pero le parecía significativo que todo comenzase a raíz del beso de despedida, como un maleficio del que fuese imposible escapar, como si esa chica le hubiese hechizado de alguna manera.

La transformación física, si es que no aceptamos la transformación de los sentidos como tal, se dirigía a que pasase desapercibido, su cuerpo se desdibujaba lentamente y probaba a hacerse fotos en las que sólo se adivinaba un espectro, una mancha humana no muy bien delimitada.

No supo hasta mucho tiempo después, cuando ya apenas se vislumbraba su silueta, que los personajes de los libros no resisten fuera de su espacio natural, y que adentrarse en la vida real los dota de inexistencia.

30 euros el completo

Entré en aquella cabina de camión intentando pensar que era una reina, y que me esperaba un rey, o que era un príncipe y yo una princesa, o algún tipo de relación en la que el amor verdadero estuviese presente, pero, ¿qué relación contiene un amor verdadero?, una de ésas en la que das y no obtienes nada a cambio. Ninguna, cero, porque no existen, siempre hay una contraprestación más allá del amor, más allá de la pureza del amor. Todos obtenemos placer, y yo, simplemente, iba a cambiar el placer del cuerpo por el placer de tener unos billetes en el bolso. No es tan grave, no hay por qué alarmarse, mi placer lo obtengo como muchas otras mujeres que después de utilizar sus artes carnales, se compran un visón. Pues yo soy de ésas, pero sin bodorrio de por medio.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Se acabó

Nos desunirá el amor, y lo único que mantendremos intacto será el lazo del odio, el rencor de haber sido, la angustia del fracaso, el miedo a lo desconocido, y un millón de objetos compartidos por los que lucharemos como si fueran retazos perdidos de un tiempo no vivido.

martes, 21 de octubre de 2008

Pasado remoto

Ayer te reconocí en mis sueños, por el tatuaje en la muñeca y la sonrisa, ya te dije una vez que nadie sonríe como tú.

Estabas sentada en el banco del parque, el que está al lado de la cabaña, y mirabas al horizonte fijamente, hasta que sentiste mi presencia y me miraste y sonreíste, y aunque era tu sonrisa tenía un deje amargo, pero era la tuya, y me senté a tu lado cuando me ofreciste asiento. Creo que tú también me reconociste, porque ahora, aunque seguías sentada mirando al horizonte, tu sonrisa seguía allí, cada vez más amplia, cada vez menos deformada. Y después yo también miraba al horizonte sonriendo, sabiendo que compartíamos la belleza de ese instante, que éramos tú y yo, allí sentadas, volviendo a encontrarnos, aceptando la existencia de la otra con la mayor naturalidad.

Cuando me desperté esta mañana le sensación era diferente a la de todas las mañanas, sabía que no vendrías, me dijiste adiós cuando te levantaste del banco y te fuiste caminando por el parque.

lunes, 20 de octubre de 2008

Anhelo de libertad

Cada día que pasa me acerco más a ti. Lo noto en el olor, que se va haciendo más perceptible, e incluso, a veces, inunda la estancia hasta marearme.

También lo noto en el estómago, las mariposas revolotean sin que haya nadie que les dé caza y las pinche y las exponga, como trofeos de muerte.

Lo noto en mis ojos, ya desgarrado el telón que yo misma había instalado a fuerza de costumbres.

El corazón también me lo dice, tranquilo y sereno conforme pasan las horas, sabiendo que el camino que recorro para encontrarme contigo es digno de ser vivido como si no hubiese un mañana. Porque, ahora mismo, no hay un mañana entre tú y yo, la línea aún es fina, la cuerda que nos une puede no estar preparada para tanto peso.

Los lamentos han cesado, quizá por el olor, las mariposas, la visión y la relajación. Quizá porque el eco ya no funciona.

Mi sangre te espera, roja y veloz, espesa y caliente, encendida por la emoción de encontrarte.

Te voy haciendo un hueco en mí, para que tengas sitio donde instalarte. Quiero ser buena anfitriona para que no tengas que huir, para, llegado el momento, encender el fuego y ser tu hogar.

Y mientras espero yo sigo con lo mío, sigo entrenándome para que, en tu llegada, me encuentres preparada, lista, poder reconocerte sin asomo de dudas y reclamarte, poder susurrar que ya te tengo, y siempre, compartirte, porque si fueses para mí sola, ¡qué aburrimiento!, ¿no crees?.

viernes, 17 de octubre de 2008

Cuenta atrás

Hoy no he hecho la comida, no he hecho la cama, no he ordenado el salón, no he limpiado el baño, no he comprado el pan ni nada de comer, no he puesto la lavadora, y la ropa tendida aún sigue allí. He salido con la camisa roja, ésa que odias, y los últimos botones no estaban abrochados. He hablado con un hombre en un bar, y le he mirado a los ojos, no he escondido la vista esquivando el contacto. Hoy me he puesto los zapatos de tacón y mi cuerpo se bamboleaba al andar, sé que me miraban por la calle, y me he sentido bien. También he cogido dinero y me he comprado ropa, cremas, incluso lencería de la que tú no soportas en mí. Me he acercado al juzgado y se me ha ocurrido entrar, y ya que estaba allí he puesto la denuncia.

Hoy, al fin, he sido mala de verdad, hoy sí que merezco tus golpes, tus desprecios, tus insultos... Pero date prisa, porque mañana ya no podrás.

jueves, 16 de octubre de 2008

Conciencia

No me di cuenta de que te habías ido hasta un tiempo después, cuando el regreso ya era casi imposible y la costumbre de no oirte se había apoderado de mí. No te eché de menos, no como debería haberlo hecho, al fin y al cabo toda una vida juntos es demasiado tiempo y pensé que nunca me abandonarías, tú no eres de las que abandona, pero ya te digo, una mañana no oí tu voz, no sentí tu presencia, y resulta que ya no estabas ahí, que te habías ido sin avisar.


Creo que ya sé lo que pasó, y te pido perdón por adelantado, sé que debería haberte hecho caso, sé que debería haber prestado más atención a tus palabras, pero el instinto, ya sabes, eso que nos domina por momentos y nos nubla el juicio, pues eso fue todo, no busques más explicaciones porque no las hay. Y me avisaste, lo sé, soy consciente de ello, y quizá pienses que había otra opción, pero no, tú que me conoces bien deberías saberlo, son ya demasiados años juntos como para que siguieses engañándote conmigo, no había posibilidades, conmigo no.

Aún resuenan en mi cabeza tus últimas palabras, las que en ese preciso instante no escuché, las que me decían que aquello no estaba bien, que si seguía por ahí nunca habría vuelta atrás, pero fue superior a mí, aquello que me invadió en ese momento, ese impulso, eso que es más fuerte que yo y que clavó el cuchillo en carne humana, caliente y sangrienta, eso que hizo que huyeses, eso que soy, eso que ya no volverá a tenerte.

lunes, 13 de octubre de 2008

Viaje

Todo pasó muy deprisa: el sol, el calor, las risas de los niños, una mirada cómplice, la música, las ganas de llegar, la carretera solitaria, una ardilla, el frenazo, las vueltas de campana, los gritos, el miedo, el dolor, el estruendo, el silencio...

miércoles, 8 de octubre de 2008

La muerte en el espejo

Aquel espejo me ponía nervioso. Cada vez que bajaba por las escaleras me encontraba con mi imagen reflejada, y por eso, cada noche lo movía de forma que sólo reflejase el cuadro del santo cuyo nombre nunca había recordado.

Cada mañana volvía a estar en su sitio, recto y desafiante, empeñándose en cumplir su función, y los niños que bajaban las escaleras se veían en él y le hacían muecas y gestos. Otros se miraban con curiosidad, como si no se conociesen, pero todos enfrentados a la verdad de sus rostros inmaculados y puros.

Antes yo también me miraba en él, y veía mi sonrisa y mis ojos grandes y vivos, pensando que nada cambiaría, que todo cobraría otro significado con el tiempo, y que ese espejo sería como un diario de lo vivido: su reflejo me contaría la historia de mi vida.

Vuelvo a bajar las escaleras para moverlo, y las bajo con los ojos cerrados, no quiero verme más, porque donde había ojos ahora sólo hay huecos, y donde había sonrisa sólo hay espanto, y donde había vida sólo queda muerte.

jueves, 2 de octubre de 2008

Variaciones sobre el mismo tema

Función mortal I

Se abrió el telón lentamente, y como en las grandes ocasiones, la expectación se respiraba en el ambiente. Desde su posición de privilegiado pudo asistir a la función de la que era protagonista (así constaba en los papeles), pero los secundarios interpretaban tan bien que en seguida le robaron el papel de titular, y pasó a un segundo plano, estático, observando con la envidia de quien sabe que es su última oportunidad.

Los actos se sucedían, pero sabía que el último era el suyo. No contó con la posibilidad de una segunda función, de la rapidez y las prisas, y cuando creyó estar preparado para sorprenderlos con un giro inesperado, ya habían cerrado la caja.

Función mortal II

Se abrió el telón y la función comenzó. El protagonista estático, los secundarios sobreactuados, y nos perdimos la escena final porque tenían prisa por cerrar la caja.

Pd: Al final el protagonista triunfó, le mandaron muchas flores.

Función mortal III

Quieto, ya se abre el telón, tu papel está claro así que no te salgas del guión, aunque estaría bien hacer una pirueta final que cambie por completo el sentido de la trama. Sí, tendré que hacerla, los secundarios me han quitado todo el protagonismo y ésta es mi última función. Venga: preparados, listos, ya... ¿quién ha cerrado la caja?

miércoles, 1 de octubre de 2008

No se baja vivo de una cruz

Me dijeron, cuando llegué, que acababa de morir. Entré en la habitación y lo vi, tumbado y como dormido, pero ya no había más latidos, ni más suspiros, ni más cosas que ver o comprender. Sólo su cuerpo, ya cansado y frágil, después de operaciones, infecciones, y complicaciones inesperadas. Y allí, mientras lo miraba, y mis pensamientos recorrían lo que habíamos vivido juntos, y las lágrimas me hablaban de sentimientos encontrados, comprendí, al fin, que era mortal.