miércoles, 1 de octubre de 2008
No se baja vivo de una cruz
Me dijeron, cuando llegué, que acababa de morir. Entré en la habitación y lo vi, tumbado y como dormido, pero ya no había más latidos, ni más suspiros, ni más cosas que ver o comprender. Sólo su cuerpo, ya cansado y frágil, después de operaciones, infecciones, y complicaciones inesperadas. Y allí, mientras lo miraba, y mis pensamientos recorrían lo que habíamos vivido juntos, y las lágrimas me hablaban de sentimientos encontrados, comprendí, al fin, que era mortal.
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2 comentarios:
Esto es muy triste...no coment!
Bicos
Maria
Cómo me ha gustado...
Interesante lo que escribes y cómo lo escribes.
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