sábado, 22 de noviembre de 2008

Cita fantástica

Entro en el bar y me siento en la segunda mesa a la derecha. Tú estás allí. Te das la vuelta y me reconoces, te saludo y te acercas. "Hola, ¿qué tal?". "Bien, ¿y tú?". "Bien, como siempre". Sigue la conversación y mi amiga no llega. Muchas sonrisas. De repente, un mensaje: "No puedo ir, me ha surgido un imprevisto, lo siento". Levanto la vista y te invito a sentarte. "Mi amiga no va a venir". Hablamos de muchas cosas y descubrimos afinidades secretas. Más sonrisas y miradas, incluso alguna carcajada.

Te invito al café. "¿Tienes algo que hacer?". "No, iba a tirarme en el sofá". "¿Te vienes a cenar conmigo?". "Vale, ¿a dónde me vas a llevar?". "Conozco un tailandés". "Me encanta el picante".

La cena es divertida. Yo escojo el vino, tú la comida. Los colores suben y el picante hace de las suyas. El ambiente se caldea y las insinuaciones hacen acto de presencia. El juego comienza.

"¿Vamos a tomar una copa?". "Conozco un sitio genial". Y allá vamos, sin dejar de reír, las inhibiciones desapareciendo. En el pub ponen una lenta, y entre risa y sonrisa: "Baila conmigo". "Yo no bailo agarrada". "Eso es porque nunca lo has hecho". Mientras me rodea con sus brazos y me mira a los ojos, un beso furtivo se desliza. Ya no me siento una idiota entre sus brazos, pero la canción llega a su fin. Siguen la risa, la sonrisa y las miradas.

"¿Vamos a dar un paseo?". "Vamos". Después de un buen trecho, en una calle desierta, al doblar una esquina, te paras, me agarras del brazo, me atraes hacia ti, y me besas. Y yo también te beso. Te apoyo contra la pared y te acorralo. Mi marido comienza a roncar y, como todas las noches, el sueño se desvanece.

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