martes, 13 de enero de 2009

Fantasmas

Todo comenzó por obligación, pero se ha convertido en un placer que disfruto cada noche, cuando es tarde y apago las luces, y deambulo por la casa a oscuras, intentando no tropezar, no chocar, aprendiéndome cada centímetro.

Sé que podría caminar con los ojos cerrados, primero está el perchero, después la banqueta, más allá la estantería, y, por fin, la cama que me espera. Rozo la pared para saber dónde acaba, extiendo mis brazos para buscar la puerta del baño, el silencio y la oscuridad me abrazan, me siento cómoda con ellos.

Ya no es como antes, que me veía sumergida en un abismo insondable, y notaba manos que me intentaban agarrar, veía monstruos e imaginaba presencias. Ahora son mis manos las que agarran, y soy yo la que imagino personas asustadas que no saben que estoy ahí, que me adivinan y corren miedosas a sus camas, intentando no pensar en la oscuridad y el silencio que les rodea. Me he convertido en mi propio fantasma.

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