lunes, 10 de mayo de 2010

Palabras que surgen de los sueños

Temo...  Temo...

¿Por qué me sorprende la palabra? ¿Quizá por la inconsciencia del sentimiento que me perturba? Puede ser. No lo sé.

Me despierto, y escribo esa palabra que me resume tan bien.

Temo al caos, a la revolución que provocaría tu presencia, temo la realidad que cada noche golpea el corazón inerte, anhelante y cansado de promesas de verdad. Temo la alegría, al fin.

Este temor que lo inunda todo es lo inherente, la única verdad que hay en mí.

¡Qué triste! Temer perderte y por ello no conseguirte. Pura contradicción.

Me instalo en la desesperanza como en un sillón viejo y desgastado, y no me levanto, y no lucho, porque el estar de pie es el caos, la pérdida de ese algo que me sienta tan bien.

La tristeza de mi ser es el escudo que me protege de todo lo que deseo, sin él quedaría desnudo, y también temo al frío de esa desnudez, como temo todo lo que implicase tenerte.

Le añado la a y resuelvo el enigma: el temo se transforma en te amo, y el te amo nunca deja de ser el temo, y la verdadera existencia es una puerta cerrada y un beso cautivo.

No hay comentarios: